Industria cultural en la emergencia
Señor director:
En vista de la emergencia generada por el coronavirus, que se suma a la crisis social y la recesión económica que atraviesa nuestro país, nos preocupan los efectos que esto tendrá en la industria cultural. A la dificultad para conseguir recursos y la precariedad laboral que viven día a día los artistas, trabajadores y gestores culturales −muchos de ellos independientes y con trabajos esporádicos o por proyecto− se suma ahora la paralización prácticamente total de su actividad.
La cultura y el arte son el alma de las comunidades: conforman nuestra identidad colectiva e individual; son medios de expresión y nos conectan con nuestras emociones y con quienes nos rodean. Son, en definitiva, fundamentales en nuestra calidad de vida, más aún, en un contexto como el que estamos viviendo. Por ello, es fundamental que sus trabajadores no queden en el olvido.
En ese sentido, agradecemos las medidas anunciadas por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, sin embargo, creemos que solo son un comienzo. Una buena medida para disminuir la incertidumbre es, por ejemplo, adelantar las postulaciones a los fondos públicos, como Fondart -que corresponden a más de $20.000 millones-, y ver la posibilidad de reasignar recursos al Programa Fortalecimiento de Organizaciones Culturales y Otras instituciones Colaboradoras (OIC) favoreciendo a más entidades, para dar así estabilidad a distintos equipos de trabajo en las distintas regiones. Esto permitirá a los adjudicadores proyectar su capacidad económica a corto plazo, y a su vez, tener al mundo de la cultura enfocado en cómo repensarse para lo que viene, siendo un factor protector para su propia salud mental.
Alberto Larraín,
Director ejecutivo de Fundación ProCultura